Los espejos decorativos son un elemento imprescindible en cualquier hogar: baños, habitaciones, recibidores, salones… su uso es muy variado y tiene una función tanto práctica como decorativa. Existen miles de modelos distintos, cada uno con una forma, tamaño y estilos diferentes. Al igual que también existen miles de maneras de decorar espacios con espejos, según la función que se desea que desempeñe.
En sus inicios, los espejos decorativos eran utensilios de tocador y objeto manual, aunque más tarde se hizo poco uso de este objeto. A partir del siglo XVI, se veía como un marco elegante y ocupaba un lugar distinguido en el salón. En la actualidad, en la mayoría de casos los espejos tienen una función decorativa, aunque también funcional ya que se hacen necesarios en el día a día.
Por ejemplo, colocar el espejo en un lugar privilegiado del salón (como la repisa de la chimenea), puede ser una buena idea: lo que refleja cobra protagonismo y se puede aprovechar ese espacio incluyendo elementos decorativos de nuestro gusto. Otra manera que nos serviría para ampliar visualmente el espacio (de un pasillo sin ventanas, por ejemplo), sería colocar una serie de espejos decorativos de manera estratégica, que reflejen la luz proveniente de otra estancia.